A lo lejos, entre los pinos de la ladera, se oye el bramido de un alce. Destaca por encima del arrullo del agua, solo perturbado cada cierto tiempo por el sonido de una caña cortando el aire en mitad de la penumbra. En esta noche noruega de julio, una noche que no es noche, solo lo amenaza, peino las aguas de este magnífico pozo. Mientras, en cada deriva, juego con la linea entre los dedos de mi mano izquierda, intentando percibir el ritmo que mis ojos no alcanzan a ver con claridad.
“Ten fe”. Me digo una y otra vez, tratando de conectar mi mente con la naturaleza, alejándola de todas las preguntas que siempre acechan al pescador de salmón. No es sencillo. Sin embargo, de madrugada, la cabeza parece volverse menos racional y percibir de otra forma los estímulos. Por eso me gusta pescar de noche. Los sonidos, la temperatura, la luz y mi caña, parecen formar una especie de mantra que me mantiene despierto, concentrado. Paso a paso, lance a lance, esperando.
En ese estado de hipnotismo en el que todo parece fluir a ritmo de un compás, la picada es una nota discordante. Alta y profunda, recorre cada neurona de tu sistema nervioso. Después solo hay ruido. Caos. A veces, el Gaula te permite sentir como tocas el cielo con los dedos. Otras, en cambio, tu sueño se te escapa sin que puedas evitarlo.
GAULA, el río de aguas doradas:
En los oídos de cualquier pescador de salmón, la palabra Gaula, resuena con especial fuerza. Es sinónimo de grandeza, un río salvaje, indomable, de aguas puras y doradas, en las que se pierden miles de historias, anécdotas y leyendas sobre salmones gigantes. No en vano, el número de salmones de más de 20lb pescados cada año en sus aguas -no siendo raros los peces por encima de las 30 e incluso las 40lbs- no deja lugar a dudas, estamos ante uno de los mejores ríos del mundo para afrontar esa empresa.
Quizá por ello, ya en el siglo XIX, la burguesía británica elegía este mítico río noruego para pasar su temporada de verano, en lo que se convertiría en el germen de una boyante industria turística de pesca, como la que alberga a día de hoy el río Gaula, y las raíces del Norwegian Flyfishers Club.
El río Gaula es un río totalmente salvaje, sin presas ni aprovechamientos hidroeléctricos; uno de los pocos que quedan en Noruega y por desgracia, en Europa. En sus algo más de 150 kms, recorre verdes valles, con colinas y montañas de gran desnivel, tapizadas con frondosos bosques de coníferas. A lo largo de su viaje hacia el fiordo de Trondheim, sus doradas aguas, discurren entre granjas tradicionales noruegas, que ya en su curso más bajo, mudan las praderas y pastos por cultivos.
De carácter fuerte y anchura considerable, sus pozos, son tendidos y regulares, ofreciendo unas derivas largas que enamoraran y enganchan al pescador a mosca.
Fruto de su estado totalmente natural, al no ser un río regulado, el Gaula es un río que sufre grandes y abruptas variaciones de caudal, consecuencia de la climatología de estas latitudes. Contar con la posibilidad de pescar pozos que funcionen con distintos niveles y repartidos a lo largo de todo el río, es una garantía difícil de encontrar y que el NFC nos ofrece a lo largo de sus más de 13kms de pozos repartidos a lo largo de todo el río.
Un río para doctorarse:
A pesar de la saludable población de peces que el Gaula, aún a día de hoy, alberga, no debemos dejarnos llevar por las expectativas. El Gaula es un río caprichoso, tremendamente técnico, táctico e incluso físico. No olvidemos que estamos en Noruega, tierra del sol de medianoche, y jornadas de muchas horas, serán en muchas ocasiones, la tónica general si queremos dar con el salmón de nuestros sueños.
Pocas situaciones más desquiciantes que peinar y peinar un pozo en el que decenas de salmones, a veces de unos tamaños realmente increíbles, bañan sin cesar. Mientras, tu cabeza no para de elucubrar hipótesis que son desdeñadas con desprecio por estos peces tan especiales. Paciencia y perseverancia, son claves para el éxito. No estamos en Islandia, no hemos venido a sacar 10 salmones diarios. Estamos en el Gaula. Visualiza ese pez, TU pez, en cada lance y ve a por él.
A pesar de todo, el Gaula es un río donde tocar el cielo. Un lienzo incomparable donde dibujar tus sueños. El río donde muchos han podido contemplar de cerca el pez de una vida y muchos otros, seguiremos buscándolo. Mientras llega, compartimos experiencias, risas y momentos únicos con los amigos que nos encontramos en el río, porque ante todo, la pesca del salmón es aquello que vives entre pez y pez.
Si quieres vivir en primera persona esta experiencia, contacta con nosotros y te informaremos sobre nuestros viajes organizados y las opciones disponibles para la próxima temporada.